Las sociedades democráticas en que vivimos exigen cada vez más ciudadanos pensantes y libres de ideas arcaicas y peligrosas que podrían perjudicar su buen funcionamiento.
Debemos hacer de la lectura un hábito permanente, convertir el acto de leer en un momento placentero, gratificante y compartido.
Indiscutiblemente no saber leer en la sociedad tecnologizada en que vivimos solo puede conducirnos a una exclusión social, cultural, política y económica; o lo que es peor, a un destierro absoluto de los principales ámbitos en que se mueven la mayoría de los miembros de la sociedad de la que formamos parte.
Si queremos ser los dueños de las Nuevas Tecnologías y no solo sus esclavos, solo nos queda un camino: Aprender a leer y a comprender aquello que hemos leído. Ese, es el principal desafío que todos tenemos actualmente.
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